El papa desea una Europa más fraterna

Agencia EFE
El papa Francisco aprovechó su discurso a las autoridades de Eslovaquia, donde se encuentra de viaje tras pasar brevemente por Hungría, para pedir a toda Europa que «se distinga por su solidaridad», sobre todo tras la pandemia, y que vuelva a situarse en «el centro de la Historia».
Desde el corazón de la Unión Europea, el pontífice destacó que «la fraternidad es lo que necesitamos para promover una integración cada vez más necesaria» durante su intervención en los jardines del Palacio presidencial, tras llegar este domingo al país.
Sobre todo, «en un momento en el que, después de durísimos meses de pandemia, se plantea, junto a muchas dificultades, una anhelada reactivación económica, favorecida por los planes de recuperación de la Unión Europea», explicó el pontífice argentino.
Todavía, advirtió el papa, «se puede correr el riesgo de dejarse arrastrar por la prisa y la seducción de las ganancias, generando una euforia pasajera que, más que unir, divide».
LA SOLIDARIDAD DE EUROPA
Agregó que «la sola recuperación económica no es suficiente en un mundo donde todos estamos conectados, donde todos habitamos una tierra media», por lo que instó a que Eslovaquia, donde aún «varios frentes siguen luchas por la supremacía, reafirme su mensaje de integración y de paz» y que «Europa se distinga por una solidaridad que, atravesando las fronteras, pueda volver a llevarla al centro de la historia».
Eslovaquia forma parte del llamado grupo de Visegrado junto con Polonia, Hungría y República Checa, el núcleo duro de oposición en la UE en varias materias y, sobre todo, a la hora de acoger migrantes.
Por su parte, la presidenta eslovaca, Zuzana Caputova, elogió que el papa alerte de lo que calificó «los mayores peligros de nuestro tiempo», que son «el populismo, el egoísmo nacional, el fundamentalismo y el fanatismo» y recordó que «en el corazón del Evangelio está ayudar a los necesitados, los desamparados, los que las guerras, el terrorismo y la pobreza expulsan de su país».
La presidenta, de 48 años, europeista y activista por la defensa del medio ambiente, compartió con Francisco la idea de que «necesitamos mirar las causas y consecuencias de la crisis climática, como un problema para todos, y buscar soluciones para compartir».
El pontífice, que llegó al país tras una visita relámpago a Hungría, donde también llamó a la apertura de los más necesitados, pidió en su discurso a los eslovacos que «esta vocación a la fraternidad no desaparezca nunca de sus corazones, sino que acompañe siempre la simpática autenticidad que los caracteriza».